miércoles, 29 de junio de 2011

una flor que parece un chupa chup

Eso me trajo ayer Falu. Venía con el rabito de una flor saliendo de la boca, y con su lengua de trapo me dijo: "Mita, mamá, payese pupú". "¿Es una hierbita?" le pregunté. "No, For", me dijo ella. Ha sido siempre bastante lorillo, pero lleva una temporada que está espabilando una barbaridad.

Una de estas, era. (Foto de Pixabay)
Es como magia escuchar a un niño mientras aprende a hablar. Recuerdo cuando aprendió a decir "abrigo", allá por octubre o noviembre. Pasó como un par de días diciendo "auigo" todo el rato: cambiaba la entonación, lo decía con la voz más grave y más aguda, le cambiaba las intensidades o remarcaba las "sílabas". Y no teníamos ni idea de lo que significaba, claro. Debía estar ensayando, porque un día me dijo "auigo" y me señaló su abrigo. Luego ya empezó a decir "auigo, abí (abrir)" señalando la puerta de casa cuando quería salir. Con "pinono" (pequeño) también estuvo ensayando unos días, hasta que le pareció que sonaba bien y me enseñó una piedra grande y otra "pinono". Y luego tiene mi Falulilla una cosa que me encanta: cuando está concentrada, o entretenida, o simplemente ensimismada dice algo así como "pitopitopitopito...va", o "lalalalalalala...pipe". En eso me recuerda a mi sobrino Carlos, que cuando estaba preparando alguna de las suyas decía "pocopocopoco". Y es que el lenguaje de los niños no tiene desperdicio. Otra genial es la palabra "Pakok" (tractor), o Popot (robot).

Este es el "popot"

Hago mía una anécdota que me contó mi hermana el otro día. Y es que uno de mis sobrinos tiene una manera peculiar de hablar. Y resulta que un día en el cole había unas niñas más mayores (él tiene 3 años) tocándole los dignos, intentando que les dijera si era Blancanieves o el "prínpice". Se lo debieron preguntar tres o cuatro veces y el crío, que de tonto no tiene un pelo, les soltó: LA MADRASTRA. Me encanta.

1 comentario:

  1. Dando clase a enanas cuando tampoco yo era tanto más mayor, recuerdo que a una se le resistía la palabra "fuego". Decía "zuego", la pobre. Y recuerdo mi empeño. Tanto debí tocarle las polainas que, en una de ésas que señalo una fogata auxiliadora para que pronunciara de nuevo la palabrita dichosa -como quien no quiere la cosa-, va y suelta toda eufórica: "¡¡LUMBRE!!".

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