Eso me trajo ayer Falu. Venía con el rabito de una flor saliendo de la boca, y con su lengua de trapo me dijo: "Mita, mamá, payese pupú". "¿Es una hierbita?" le pregunté. "No, For", me dijo ella. Ha sido siempre bastante lorillo, pero lleva una temporada que está espabilando una barbaridad.
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Una de estas, era. (Foto de Pixabay) |
Es como magia escuchar a un niño mientras aprende a hablar. Recuerdo cuando aprendió a decir "abrigo", allá por octubre o noviembre. Pasó como un par de días diciendo "auigo" todo el rato: cambiaba la entonación, lo decía con la voz más grave y más aguda, le cambiaba las intensidades o remarcaba las "sílabas". Y no teníamos ni idea de lo que significaba, claro. Debía estar ensayando, porque un día me dijo "auigo" y me señaló su abrigo. Luego ya empezó a decir "auigo, abí (abrir)" señalando la puerta de casa cuando quería salir. Con "pinono" (pequeño) también estuvo ensayando unos días, hasta que le pareció que sonaba bien y me enseñó una piedra grande y otra "pinono". Y luego tiene mi Falulilla una cosa que me encanta: cuando está concentrada, o entretenida, o simplemente ensimismada dice algo así como "pitopitopitopito...va", o "lalalalalalala...pipe". En eso me recuerda a mi sobrino Carlos, que cuando estaba preparando alguna de las suyas decía "pocopocopoco". Y es que el lenguaje de los niños no tiene desperdicio. Otra genial es la palabra "Pakok" (tractor), o Popot (robot).
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Este es el "popot" |
Hago mía una anécdota que me contó mi hermana el otro día. Y es que uno de mis sobrinos tiene una manera peculiar de hablar. Y resulta que un día en el cole había unas niñas más mayores (él tiene 3 años) tocándole los dignos, intentando que les dijera si era Blancanieves o el "prínpice". Se lo debieron preguntar tres o cuatro veces y el crío, que de tonto no tiene un pelo, les soltó: LA MADRASTRA. Me encanta.
Dando clase a enanas cuando tampoco yo era tanto más mayor, recuerdo que a una se le resistía la palabra "fuego". Decía "zuego", la pobre. Y recuerdo mi empeño. Tanto debí tocarle las polainas que, en una de ésas que señalo una fogata auxiliadora para que pronunciara de nuevo la palabrita dichosa -como quien no quiere la cosa-, va y suelta toda eufórica: "¡¡LUMBRE!!".
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