martes, 28 de junio de 2011

Comerte tus propias palabras

Hay veces que soy un poco tajante de más con algunas cosas. Lo sé, qué le voy a hacer. Como muestra, una silla, que los botones son muy poca cosa y además no los sé coser.

Nosotros no somos de dar mil vueltas a las cosas. En consecuencia, tampoco lo hemos sido con los gadgets de Falula. La decisión sobre el carrito nos costó solo media vuelta y lo mismo los muebles. Pero la trona...ay, la trona. Vimos mil. Y como además yo soy así de cabezota, sabía seguro que no quería la Stokke, que era como "la que había que tener". Y no la quería por eso, y porque un par de personas, cuyo sentido práctico tengo en bastante consideración, me habían dicho que no les había resultado cómoda. Así que, después de mucho cavilar, compramos no una sino TRES tronas. Dos de ellas, dos veces. Toma ya. La primera que compramos fue la Lima de Concord.
Es muy chula porque se adapta casi a cualquier tipo de silla, y la puedes llevar de aquí para allá porque se pliega y queda muy recogidita. Pero no está pensada para cuando son muy pequeños, porque no recoge mucho el cuerpo y Falu, como no me ha salido muy tragona, para esquivar la cuchara era capaz de revolverse hasta quedar casi colgando cabeza abajo. Y daba mucha grima. Así que la llevamos a casa de sus abuelos, porque para sentarla de vez en cuando no estaba mal. Luego compramos otra "de viaje", porque somos un poco callejeros y necesitábamos algo para llevar en el coche siempre, por si comíamos fuera, cosa que los fines de semana solía ser habitual. Era una de Chicco, bastante fea para mi gusto y muy cómoda cuando los niños son muy pequeñitos, porque recoge bien el cuerpo y blablabla. Nos hizo el papel un par de veces, porque luego resultó que Falu se agobiaba de "tan recogidito" que le quedaba el cuerpo y hacía gala de su parentesco con Hulk a diestro y siniestro. Mejor no entro en detalles. Total, que les cambiamos a los abuelos la de Chicco por la Lima, y desde entonces vamos de tapas como una familia feliz. Un día la perdimos, sniff. Y la volvimos a comprar.

Y luego está la que tenemos en casa en plan fijo, la Antilop, que me parece una de las cosas más prácticas y bien diseñadas que se han inventado los de Ikea. Es cómoda para los niños, no pesa y se limpia con una bayeta normal y corriente. Y vale 12€. Genial. Para la casa nueva no lo dudé: me fui a Ikea y la compré de nuevo. Y ahora resulta que la mesa de la casa nueva es más baja que la trona. Traición. 



Y aquí es a donde iba yo a parar: La Stokke. Resulta que he estado tragándome mis propias palabras en la intimidad y he descubierto que en realidad es una silla fabulosísima. Creo que puede resultar incómoda al principio porque técnicamente no es una trona, sino una silla alta, pensada para niños que ya comen solos, sentados a la mesa de los mayores. Falu no está todavía tan romanizada como para sentarse sin nada que la contenga. No porque se vaya a caer, sino porque ante la amenaza de un maléfico plato de guisantes podría salir pitando sin traba alguna. Y no es plan. Para niños así, viene con una barra de "seguridad".  Lo que creo, ahora en serio, es que es una silla que le durará años y nos evitará todo el rollo ese de poner pilas de cojines que se descoyuntan entre cucharada de sopa y cucharada de sopa. Así que, sí. Estamos barajando seriamente la idea de merendarnos nuestros prejuicios y comprarnos una Stokke, porque además (y haciendo gala de mi proverbial sentido práctico) la hacen en un color turquesa que nos queda monísimo en el salón nuevo. Y es perfecta de medidas. Lo que no es, es barata. 



Y como estoy en racha de saltarme mis propias normas, como tenga gemelos me agencio esto como una campeona. 





7 comentarios:

  1. ya verás como vas a estar contenta con la stokke ;-) La mía mayor la tiene y para el peque compramos una "de imitación", la mitad de precio y el mismo servicio, eso sí, se nota la calidad, pero se limpia muy bien

    Sonia.

    ResponderEliminar
  2. Para variar nosotros también tenemos la Stokke, es muy cómoda y lo mejor atrae a las visitas. Todo el que entra en nuestra cocina acaba sentándose en la silla, asi que ni se te ocurra insinuar que no es práctica jajaja.

    ResponderEliminar
  3. Joer...pues yo, cuando saque un ratin para encargar el tercero, "me pido" una!!!

    ResponderEliminar
  4. ¡Menuda clase sobre tronas! Personalmente he solido regalar la de Stokke y no he tenido quejas, aunque claro, son discretos y puede que lo hayan sufrido en silencio. Lo preguntaré. Es cierto que las visitas nos hemos solido pelear por ella, como dice Loops.
    Y sí, es de todo menos barata. Martuki debería asegurarse de que la peña está boyante antes de solazarse de cara al ¡tercero!, o pedirte a ti la de Concord, ya sabes, para salir del paso...

    ResponderEliminar
  5. Ya está encargada! Aunque al final será blanca. Gracias a todas!

    ResponderEliminar
  6. La de Stokke turquesa, claro q si! La tengo desde el principio y es genial! La de Ikea en casa de la iaia, típico, no? Besos

    ResponderEliminar
  7. Stokke, Bugaboo y Maclaren. Ya podemos inventar, que al final acabamos todos con las mismas.
    Laura.

    ResponderEliminar