miércoles, 31 de octubre de 2012

Hoy he dicho un taco: capota.

Esta mañana llovía a cántaros en Barcelona. Falu feliz, claro, con botas, capucha y paraguas, qué más se puede pedir. Bueno, qué más puede pedir ella, yo hubiera pedido un montón de cosas, incompatibles todas con sus botas, capucha y paraguas.  En fin, que estábamos esperando a un taxi porque Mary Poppins ha llegado tarde a cogerme el relevo con Salimón (la pequeña. El porqué de este apodo da para una entrada, así que otro día ¿vale?), e íbamos muy justas de tiempo. Todo el mundo sabe que cuando llueve, coger un taxi se convierte en una odisea. Y más si hay huelga de autobuses. Y más si hay huelga de trenes. Y más si hay huelga de taxis. Pero a mí no me achanta nada, bah, dos gotitas.

A lo lejos he visto uno que paraba a descargar, he levantado la mano, sorteando una varilla del paraguas de patito de Falula, y sujetando la mano de la criaturita que iba directa a meterse en un charcazo que le cubría hasta la rodilla (de esos de árbol), con la mochila, la márfaga, y una manualidad ideal que le hicimos ayer a la profe. Y yo tan digna con mi mano levantada. Lástima no saber silbar.
El tipo del taxi para a mi lado con un poquitín de derrape, el justo para haberme chirriado, si no fuera porque yo también iba con katiuskas. Y baja la ventanilla.
_ ¿No irás para arriba, no?
_ Pues sí.
_ Ay, pues yo voy para abajo, lo siento.
_ ¿Pero es que no me ve, con la niña y todo? ¡No me puede hacer esto con la que está cayendo!
_ Lo siento señora, estoy en huelga.
¡Señora! ¡Me ha dicho señora!. Y entonces lo he hecho. Le he gritado hijoputa. Por llamarme señora y por dejarme tirada. Hijoputa.
Y entonces oigo una dulce voz que me dice: Mamá ¿Por qué le has dicho CAPOTA?
En fin, todo esto para contar que al final hemos llegado tarde al cole, y yo a mi clase de costura. Qué chulas mis clases de costura, por cierto. Con lo reacia que yo era, que una vez en el cole hasta me dejaron la asignatura de "Labores" para septiembre. Pero es que no saber coser me limitaba para hacer tantas cosas... Las coronas de los cumples, por ejemplo, me salen mucho mejor ahora que sé algunas cosas más aparte del pespunte de toda la vida. Ahora las hago forraditas, para que no les pique el fieltro y la lleven agusto durante toda la fiesta. Hoy pongo la que le hice a mi Falulilla en su cumple de 3 años.  Está forrada, pero la hice con papel termoadhesivo. Las últimas que he hecho las he cosido, y quedan mucho mejor, ya las colgaré. Pero esta me gustó mucho, por los colores y por todo. Habrá quien la haya visto porque está en facebook, pero bueno, va para el visitante espontáneo (porfa, porfa, ¡Quédate conmigo!).








martes, 30 de octubre de 2012

A la tercera va la vencida. Y el Bautizo de Isabel.

Ha llegado el momento. Y ya no se irá más (el momento dichoso, digo). Lo he estado esperando y esperando, a ver si se decidía a venir solo. Pero no. El momento de lanzar un proyecto nunca viene, hay que llamarlo, prepararle bien el camino, organizarse la vida y la cabeza, tomar aliento, hacer acopio de valentía, cerrar los ojos y gritar ¡YA! Y sólo entonces viene.

Falulando va a empezar a ponerse en marcha en serio. Para hablar de mis andanzas como madre de dos,  también, pero sobre todo para mostrar las cosas que hago y las que me gustan, para dar a conocer mi proyecto, compartirlo y poner el sello Sally & Falula en bautizos, comuniones, cumples, cenas románticas y celebraciones en general. Para niños y mayores, ole.

Es un proyecto que me hace muy muy feliz, y espero poder transmitir toda la alegría y la magia que yo siento a quien me de la oportunidad de colarme en sus cenas, en sus cumples, en sus regalos... en sus momentos especiales.

Así que al grano. Durante las próximas entradas iré posteando las cosas que he ido haciendo en este tiempo. Las fotos han de mejorar, lo sé. Tendré que plantearme un buen curso de fotografía. Una cosa más en mi nutridísima lista de tareas...

Bueno, pues eso, que al grano, decía.

Mi primer encargo "en serio" fueron los recuerdos de Bautizo de Isabel, la sobrina de una de mis mejores amigas. Fue un trabajo muy especial, y muy divertido de hacer. Ana, la mamá de Isabel, me pidió "algo marinero", y a partir de ahí comencé a hacer pruebas, a buscar materiales... Y el resultado fueron un montón de barquitos de papel vegetal colgando de un montaje en rayas rojas y azules. Creo que les gustó mucho. Y a mí.



Como no tenía taller, durante unos días invadí el comedor de casa. A Falu le encanta cuando trabajo, porque la mesa se llena de cuentas, papeles de colores, abalorios, tijeras (¡Tijeras! ¿Hay algo mejor?). Coge su escalerita de Ikea y se sienta a mi lado. "Yo te voy dando esto ¿vale, mami?" "¿Qué puedo hafer (hacer), mamita?". Y así, con su cara de angelito y su vocecilla dulce y musical, convierte mi trabajo en una actividad de alto riesgo para pelos, manteles, papeles y demás materiales susceptibles de corte. El truco es mantenerla siempre ocupada con algo que ella perciba como vital para el proyecto. Porque no hay nada más peligroso para una casa que una niña de tres años con unas tijeras y una madre ensimismada en su trabajo. Lo descubrí cuando le canté el réquiem a unas florecillas que tenía a modo de centro de mesa. D.E.P, florecillas.