miércoles, 31 de agosto de 2011

Final movidito

Bueno, después del largo verano, hay que volver a la rutina. Cosas de la realidad. Y no va a ser fácil. Llevo unos días anunciando a Falulilla que vamos a volver al cole, que verá a sus amiguitos, que será muy divertido...pero no cuela. Dice que le da miedo. Y es que este verano ha descubierto el concepto de "susto" y "miedo": le da miedo el aspirador, el ruido de las motos cuando pasan por la autovía que tenemos al lado de casa, y tuvo un par de días de pesadillas con palomas. Pero como es lista la cochina, también ha descubierto que decir que algo le da susto tiene como efecto librarse de la "atadura" en cuestión, o simplemente le va bien para cambiar de tema: me da miedo un pepino, me da miedo una hojita de hierba. O suelta un "que viene el aspirador" cuando le dices que haga algo que no quiere hacer.

Además del miedo, este ha sido el verano del desarrollo del lenguaje. Me ha dejado alucinada la capacidad de aprendizaje y asimilación de conceptos. Un día le dices una cosa, y al siguiente lo utiliza en otro contexto y otra situación. Vamos, utiliza el lenguaje no para hacer ruiditos o gracias, no para repetir y enumerar cosas, ni siquiera para pedir lo que quiere o necesita. Lo utiliza para comunicarse, para contarte cosas, para explicarte cómo es su mundo. Y me ha encantado que ese proceso sucediera durante el verano, cuando hemos podido pasar tiempo juntas y disfrutar de él, contarnos cosas y jugar con las palabras. Ha sido genial.

Y además del miedo y el lenguaje, también hemos descubierto que nuestra hija tiene un puntito Soprano (y no me refiero a la Caballé). Aquí en la urbanización en la que vivimos hay unos cuantos niños de edades parecidas. Ella es de las mayores, así que puede a las pequeñas. Y lo sabe. Y lo utiliza. Lo cierto es que es bastante incómodo tener que andar todo el rato detrás de una niña de dos años tratando de enseñarle que hay que esperar el turno, que no hay que quitar los juguetes a los demás sino pedirlos, que no hay que empujar al rival (ella no es de pegar, es de empujar. Al menos no muerde), etc. Pero lo hago. Lo hago todo el rato. Trato de que preste sus juguetes, de que pida perdón cuando hace algo mal... si hay un conflicto en el que está envuelta, siempre intento que ceda. Y héte aquí que creo que he cometido un error. Y es que a veces no es justo. A veces no tiene por qué ceder ella. Y conste que digo a veces. La cosa es que ayer tuvimos un pequeño rifirafe por este asunto con la mamá de una de las niñas más pequeñas. Hace tiempo que vengo observando que de vez en cuando le corrige (no le riñe, faltaría más), o le hace dejar un juguete para dejárselo a otro niño, o simplemente le hace bajar de un triciclo para dejarlo aparcadito y vacío junto a un arbolito. O le dice que no haga tal o cual cosa, o le dice que "por eso no se llora". Y a mí me revienta. Y no porque quiera que mi hija campe a sus anchas, sino porque creo que otra madre no tiene ninguna autoridad sobre el comportamiento de mi hija: no es su profesora, no es su familia, ni siquiera es una amiga. Es simplemente su vecina. Y si yo observara tranquilamente como mi hija hace y deshace a sus anchas, quizá podría encontrarle un sentido. Pero no es así. Y creo que es un poco culpa mía, porque se está convirtiendo en costumbre que Falu siempre tenga la culpa. Y es que cuando hay un conflicto y voy a mediar, no medio nunca a favor de mi hija. Sí. Es verdad. Nunca lo hago, porque creo que es más mayor, porque creo que tiene más mala leche y más mano izquierda, porque sabe que "les puede" y lo aprovecha. Y parece que como yo lo hago así, hay carta blanca para hacer lo mismo. Pues no señora. No. Porque yo lo hago porque es mi hija. Jamás me verán hacer bajar a un niño -mayor o más pequeño- de un triciclo para que se suba ella. Jamás me verán reñir a un niño que no es mi hijo o mi sobrino o si no tengo el "beneplácito" de su madre (y muy gorda la tiene que hacer). Y entonces, ¿Por qué hay gente que se cree en ese derecho? Pues la hay. Y ayer la tensión que se respiraba, se estornudó. A pesar de que aquí me enciendo, luego en el campo de batalla soy blandengue y nunca me enfrento con otras hembras en defensa de mis cachorros, así que ayer, el macho de la manada (o sea, Papío) tuvo que venir a soltar el bufido. Ole. He de decir que traté de apaciguar los ánimos en el momento, que estaba bastante concurrido y me estresó la idea de llegar a las manos en medio de la plaza pública. Pero me alegro de que le parara los pies.
Flickr (Chavezonico)

2 comentarios:

  1. Bienvenida Doris!!!
    Te echaba de menos!!!
    Ole por papio, que hay mamás para dar de comer aparte...

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  2. ¡Qué cuadro lamentable! Como su madre no espabile, Falula necesitará un abogado.

    ¿Y probar a decirle cómo te sientes porque se mete en tu jardín? Vale, sin meterle el dedo en el ojo... pero con determinación.

    Bendito septiembre que nos alegra el alma con el pase de las cigüeñas y el retorno de Falulandia.

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